lunes, 9 de diciembre de 2013

La observación en el aprendizaje de la geografía




La conexión, la extensión y la causalidad son los elementos fundamentales para el estudio de la ciencia geográfica. Para que se puedan aplicar estos principios es necesario trabajar algunos procedimientos, entre los que el de la observación se erige como uno fundamental. A veces la observación puede suponer un problema para los alumnos de la educación obligatoria.  

La observación en Geografía puede ser considerada como un procedimiento que activa otros, ya que permite al alumno acercarse a un primer problema. Sin embargo lo que realmente percibe el alumno al observar no tiene porqué ajustarse a la realidad objetiva, si no que su interpretación dependerá siempre del marco de referencia conceptual que ha adquirido con el tiempo y con su experiencia. 

Observación y percepción 


Las condiciones de la observación pueden ser distintas en función del objeto a observar y la disposición objetiva del observador. En general, a medida que crecen los niños, sus percepciones se hacen más selectivas, y en función de sus intereses y del marco conceptual que van alcanzando, los estudiantes adquieren una tendencia, una inclinación a percibir el entorno de una manera determinada. 

La calidad y riqueza de las observaciones depende con frecuencia mucho más de las características de los esquemas cognitivos previos, de las intuiciones del observador y de los procesos mentales, que de las propias percepciones sensoriales de las mismas.
En su apreciación el observador no puede abstraerse de su entorno físico y cultural ni del estado aparente de las cosas en su apreciación, ya que el medio influye de forma sustancial en el desarrollo de la capacidad de observación. 

·         El niño urbano generalmente usa y desarrolla una escasa capacidad de observación, percibe colores grises, entornos poco atractivos y confusos para los sentidos (ruido, agitación, etc.) que no sólo no ayudan y estimulan la observación sino que incluso la inhiben. 

·         El niño rural, que desarrolla constantemente la observación, ve y convive con los cambios que experimentan las plantas y los animales domésticos, cotidianamente percibe una enorme cantidad de colores, aromas y sonidos atractivos, etc.  El mayor contacto con la naturaleza favorece y potencia la aptitud para la observación. 

Cómo se enseña y se aprende a observar

  •  La observación descansa sobre la atención y la reflexión. Se requiere un proceso interior, cognitivo, de elaboración y aplicación de esquemas mentales.
  • El desarrollo de la capacidad de observación depende primordialmente de las experiencias previas del sujeto.
  •   La observación orientada, para que sea efectiva, ha de partir de las construcciones preexistentes en los alumnos.
  • Un buen observador debe ir abierto a la realidad, sin condicionamientos y prejuicios.
  • El niño tiene una gran capacidad de observar pero se suele fijar habitualmente en lo que ya conoce.
  •  Ayuda a dar sentido a las observaciones si éstas se realizan dentro de un contexto.
  •  Ante una nueva observación conviene hacer reflexionar al alumno sobre otras cosas parecidas que haya observado previamente (analogía en la observación).
  • El profesor debe tener ideas claras sobre la observación que propone a sus alumnos.
  • Las actividades de clasificación estimulan la búsqueda de pequeñas diferencias.
  • Las actividades de observación adquieren mayor sentido cuando están encaminadas a contestar una o varias preguntas planteadas de antemano.
  • Los interrogantes propuestos, evidentemente, han de estar a la altura de la capacidad de interpretación y resolución de los alumnos a los que van dirigidos, y contemplar el pensamiento divergente, permitiendo a veces distintas respuestas.
  • La observación no es una actividad meramente contemplativa.
  • La comunicación de las observaciones realizadas tiene tanta importancia como la observación en sí (oral, escrita o plástica).
  • El trabajo de campo, las excursiones y las visitas son actividades que ofrecen oportunidades magníficas para la práctica de la observación directa.
  •   Finalmente hay que recordar que los esquemas de observación se refuerzan cuando son funcionales, es decir cuando le sirven al alumno para aplicarlos a situaciones nuevas.

El desarrollo de las habilidades para la observación y la lectura del paisaje debe seguir un proceso de aprendizaje progresivo, y ya en los últimos cursos de la Educación Primaria puede y debe trabajarse con los alumnos la capacidad de desarrollar observaciones sistemáticas y analíticas a partir de las realidades concretas que estén a su alcance. 


Cómo desarrollar la práctica de observación

El paisaje es el marco tradicional donde centrar el estudio de la Geografía y por tanto del procedimiento de la observación. Hay que reconocer que no existe una metodología que de forma concluyente permita resolver cuantas necesidades plantea el estudio del paisaje, teniendo en cuenta su diversidad y complejidad. 

La planificación de una práctica de observación y lectura del paisaje necesita precisar unos objetivos, concretar un área de observación, y basarse tanto en la observación directa (trabajo de campo) como en la indirecta (fotografías, documentales, diapositivas, etc.) 

A)  Requisitos previos  
 
·         El primer paso en la planificación de una práctica de observación consiste en establecer los límites del paisaje a observar, es decir, determinar el encuadre, la fijación de unos límites en los que centrar las observaciones y que ayuden a evitar disgresiones. La escala de nuestro límite se refiere su marco, puesto que si elegimos un paisaje amplio puede ser confuso para los alumnos, mientras que si elegimos un marco reducido podemos concretar más elementos y de forma más clara. 

·         Otro requisito elemental es el punto de observación. De la elección de la altura de la imagen, su orientación, o el ángulo dependen gran parte de las observaciones. Desde puntos más elevados se abarca más extensión del territorio. 

B)  Identificar los elementos paisajísticos concretos y perceptibles mediante una primera lectura de carácter formal. 

·         Una primera mirada permite apreciar los colores, la dominancia de un color o la alternancia de distintos colores, lo que ya puede predefinir las características del paisaje (el blanco será típico de paisajes helados, el verde en los agrícolas, los ocres en los áridos, etc.). El color es el elemento de más variabilidad, los colores del paisaje no son fijos y cambian según la luz, la hora del día, la estación del año, el tipo de tierra etc. 


·         Las formas y los volúmenes dominantes determinan también características del paisaje.
·    En el análisis de elementos antrópicos debe considerarse que a lo largo de la historia, la Humanidad ha mantenido una intensa interacción con el medio.
·         La realización de dibujos y croquis, ayuda a describir e interpretar el paisaje puesto que obliga al observador a fijarse en los detalles para trasladarlos al papel. En su confección se trazan las líneas maestras y se concretan detalles de los elementos dominantes.
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·         También tiene cabida en esta fase el uso del mapa y la realización de mediciones.
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C)  Descubrir las interacciones existentes entre los distintos elementos. 

Los distintos elementos de un paisaje no son componentes aislados sino que se estructuran en una compleja red de relaciones. Hay que descubrir las interacciones existentes entre los diversos elementos, lo cual exige: 

  • Descubrir los elementos estructuradores del paisaje natural (relieve, red hidrográfica, formación vegetal).
  •   Reconocer los cambios en el tiempo y en el espacio.

D)  Comparación de paisajes 

Se trata de que los alumnos identifiquen los elementos comunes y los elementos distintivos en una serie de paisajes. Es una forma adecuada de introducir la noción de tipos de paisajes y de su evolución en el tiempo. A su vez, la comparación de diferentes representaciones de un mismo paisaje, permite introducir la apreciación subjetiva del paisaje.

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